domingo, 24 de marzo de 2013

Corres hacía el precipicio pero decides no frenar. Decides saltar. Arriesgar. Estás harta de las falsas sonrisas. Harta de no ser quien quieres ser porque los demás no te dejan. Quieres vivir. Saltar. Gritar. Ser feliz. Quieres coger las riendas de tu vida. Ser la única persona que dirige tu vida. No quieres que su sonrisa marque tu rumbo. Solo quieres que la tuya marque el tuyo. Por eso no paras. Sigues y sigues corriendo hacía el precipicio. Piensas que es lo mejor. Saltar, caer al agua y que sea lo que tenga que ser. Has probado todas las alternativas. Decidiste empezar de cero pero no se puede empezar de cero cuando tienes tantos recuerdos, cuando te cuesta muchísimo olvidar. Cuando le quieres demasiado. Sabes que cuando saltes sentirás adrenalina. Mucha adrenalina. Querrás gritar y no te dará tiempo. La caída durara 5 segundos si llegas y no sabes lo que te encontrarás debajo del agua. Aún así, sabes que no puede ser mucho peor que todo lo que te ha pasado anteriormente entonces, llegas al borde y saltas. Saltas con una sonrisa de oreja a oreja y mientras saltas oyes su voz pero ya sabes que no hay vuelta a atrás. Aunque desearías que la hubiera.

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Maira Gall