sábado, 3 de mayo de 2014

Queramos o no siempre elegimos, incluso cuando hacemos lo que otros nos dicen que hagamos nosotros elegimos hacer eso.
Eres tu, siempre eres tu el que elige, aunque hayas acatado ordenes de otro como un robot, eres tu el que elige acatar esas órdenes. Quieras o no siempre eliges.
Es muy fácil excusarse diciendo “yo hice esto por esto o por lo otro”. Si tu lo hiciste fue porque quisiste porque fue tu decisión.
Incluso cuando no sabemos que elegir ya elegimos. ¿Sabes cuando uno va a pedirle un consejo a un amigo sobre algo? En realidad, en el fondo, uno espera que ese amigo le diga tal cosa porque tu ya elegiste. Lo único que tu quieres es que tu amigo te diga que no elegiste mal.
Es así, te puedes  pasar la vida echándole la culpa a los demás, diciendo “yo hice lo que equis persona me dijo que hiciera”.
Hasta el soldado que mata por orden de su jefe decide, porque él decide hacerle caso.
Ni siquiera cuando nos obligan a algo dejamos de elegir. Porque nadie más que tu elige, siempre, en todo momento, decidir es algo intransferible y solitario, y eso angustia. Angustia porque sabes que tu decisión va a tener consecuencias, pero es tu decisión, aunque diga lo que diga, es tu decisión.

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